ATRAPADA CUARTA PARTE
La empleada,
de baja estatura, un tanto regordota y poco amable, no quiso darle demasiada información.
-Estoy
buscando una mujer que habría venido buscando un libro de Giannini, ¿Podría decirme si ella estuvo aquí?-preguntó el
periodista
-Lo lamento
señor, pero no puedo darle información de los internos, a menos que sea
familiar.
-Usted no me
entiende, no es de una interna, sino de una mujer que busca un libro.
-Va a tener
que esperar a que venga el director, yo no estoy autorizada, siéntese y
espérelo. –la mujer lo miro con cierta desconfianza.
Se canso de
estar sentado y empezó a caminar mientras fumaba un cigarrillo, cuando lo
sorprendió la vos poco amable.
-¡Que hace
aquí Moreno!
Al verla se sorprendió,
más por su aspecto que de verla en el lugar, había cortado y oscurecido sus
cabellos y si hasta vestía a la moda, pero no le dijo nada, no era el momento.
-¡María! La
estaba esperando
-¡Esperándome!
¿Para qué? ¡Pero usted no deja de seguirme!-se la veía enojada, no era la misma
que había visto en Buenos Aires.
-¿Encontró
el libro?
-Ya veo,
paso por la biblioteca, mejor salgamos de acá ahora, no se puede estar aquí.
Ella lo saco
rápidamente del lugar, lo que a él le llamo la atención, se la veía nerviosa y
apurada.
-Moreno no
encontré nada aquí, hoy me lo confirmaron, olvide el libro y olvide todo, es
mejor así.
-¿Por qué
esta tan nerviosa? ¡Que le pasa!
-Pasa que lo
que venía a buscar no lo encontré, eso pasa.
-Y ahora que
hacemos María, este lugar está retirado tendremos que caminar, vi una parada de
autobús muy cerca de aquí.
Y así fue
que en silencio con la cara de amargura de María caminaron bastante, hasta que
finalmente después de tanto esperar, tomaron el autobús, en el viaje continuo
callada y al bajar ella le dijo.
-Hasta aquí
llegamos señor Moreno.
-¿Porque
está enojada?
-¡Le parece
poco! me persigue, jamás hubiera pensado encontrarlo aquí, molestándome
-¿Y en que
la molesto?
-Déjeme
quiere, váyase, yo no voy a volver a Buenos Aires, voy a quedarme un tiempo
aquí.
-¿Por qué?
-Porque,
porque es el lugar que me recuerda a mi madre, nada más que por eso
-Bueno
María, si usted lo quiere así.
-Que tenga
buen viaje Moreno.
El
periodista se quedo con la sangre en el ojo, algo raro pasaba, así que sin que
se diera cuenta la siguió hasta el hotel donde se hospedaba.Monto
guardia hasta el hartazgo, como en viejas épocas, pero era su oficio. Lo único que
un policía pasó y lo vio sospechoso y extranjero entonces lo llevo detenido.Como no tenía a nadie más que a María, pidió
que la ubicaran en el hotel.Finalmente
lo liberaron. Ella lo estaba esperando.
-¡Se da
cuenta Moreno, que no puedo confiar en usted! No era que se iba y mire,
espiándome.
-¿A que le
tiene miedo María?
-No confió
en usted, es periodista.
-Y que me
tendría que confiar, María dígame,¿ usted me oculta algo? Cree que la
desaparición de su madre tenga que ver con esta ciudad?, digo como ella amaba
tanto este lugar,¿ qué paso entre ustedes?
--¿Sabe qué? ¡Váyase
al infierno!
Supo que estaba jugando al gato y al ratón. De
todas maneras se fue a su hotel, se baño, descanso y después de almorzar
decidió comenzar nuevamente la persecución.En el hotel
María ya no estaba, entonces tuvo la idea de rentar allí una habitación, como
no se le ocurrió antes, hubiera evitado que se lo llevaran detenido
Se las
ingenio y le saco información al conserje. Supo cual era la habitación de
María. Entonces asegurándose que no estuviera, falseando la cerradura ingreso a
su habitación. Busco no sabe qué, pero buscaba lo que fuera, que le diera una
pista o algo para saber que pasaba, y vaya si encontró, jamás pensó verlo allí.
Estaba entre sus cosas, viejo, amarillento el mismísimo ejemplar de Susurro de
Giannini, sus pupilas se impregnaron con aquellas letras escritas en la primera
pagina, que decían - Mas allá de la muerte estaremos juntos, firmaba Eugenia
Arévalo - sabía que no estaba equivocado, algo más que un libro había
encontrado María.
¿Dónde
estaba María?, el olor a humo que tenía el libro le dio la idea de que había
ido a aquella casa.
En el viaje
pensaba, que tendría que ver aquella anciana, con el libro de Eugenia y el
psiquiátrico, que conexión había con aquella historia.
Se notaba
que la casa se había quemado. Se detuvo un instante. Abrió la puerta, al
ingresar a la vivienda la vio en una de las habitaciones, casi arrodillada
sobre los pedazos de un espejo roto, con un retrato en sus manos, se oculto, no
quería que ella lo viera, había decidido espiarla, porque era obvio que María
lo prefería lejos.La empleada, de baja estatura, un tanto regordota y poco amable, no quiso darle demasiada información.
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