LA CASA DEL TIEMPO
La antigua cama de bronce de color dorado y en la mesa de
noche un retrato color sepia, tan viejo, que apenas si se podía divisar que era
una muchacha joven la que había permanecido en él desde siempre
En el resto de la casa
solo habitaba el silencio, un perfume a madreselvas venia desde los jardines,
no tenia voces ni alientos, solo sensaciones de los que alguna vez ocuparon el
lugar.
El viento mecía lentamente
una hamaca, el cielo estaba despejado, solo tenían vida las plantas que
sobrevivieron en el tiempo mágicamente y un ventanal en el que a través de él,
se veía el más allá de las cosas, comunicándose con todo ser viviente que
alguna vez hubiera existido en la casa perdida en el tiempo.
Al ingresar a la vivienda, se sorprendieron al ver que en el escritorio estaba la agenda y el celular, extrañados subieron a la planta alta y en la mesa de noche el lápiz labial como ella lo había dejado junto al espejo, se miraron al oír las voces que venían de la calle, ,escucharon llantos, eran muchos, bajaron desesperados las escaleras intentando preguntar qué había pasado pero no tenían vos, sus niños lloraban y fueron retirados de la casa, el resto de la familia buscaba algunas cosas como documentos al menos eso parecía ,asombrados vieron como el hermano de el tomo su celular y la agenda, la madre de ella el lápiz de labios que se encontraban en la mesita del living, luego de una rato toda aquella gente sin siquiera haber notado sus presencia se retiraron vestidos de negro luto.
Después, la puerta se cerró.
El reloj había dado las 20 horas…, ella se miraba en el
espejo, tenía en sus manos el lápiz labial, el permanecía a su lado, ambos
bajaron al living, se miraron… esperándolos habían perdido la noción del tiempo,
ya deberían estar allí.
El silencio que había
entre los dos aumentaba la ansiedad. No dejaban de caminar por la sala, el
encendió un cigarrillo y ella se angustió aún más.
El uniformado golpeo la puerta y les dio la noticia, los niños,
su abuela y su tío tuvieron un accidente en la carretera, todos murieron.
La mujer subió las escaleras, al ingresar al dormitorio
comprobó que en su mesa de noche estaba la pintura de labios, junto al espejo.
El hombre ingreso a su escritorio y allí estaban su celular
y su agenda.
Entonces lo entendieron todo.
ES FICCION
ESTELA CARUSO JAELTETE
No hay comentarios.:
Publicar un comentario